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 Cancion: La muerte del Rucio Moro
 Interprete: Juan Harvey Caicedo

Letra de La muerte del Rucio Moro por Juan Harvey Caicedo

 

Caramba ñero
se oscurecieron mis días,
alzó en vuelo mi alegría
cuando menos lo esperaba
triste mañana,
sentí perder un tesoro
mi caballo rucio moro
donde yo siempre coleaba.

 

Lo hallaron en el potrero
en el potrero,
con la nuca reventada
parece que una centella,
le dio una vuelta e' campana.

 

Quién se iba a imaginar
que a mí caballito,
algo malo le aguardaba
para quitarle la vida,
dejando mi alma enlutada.

 

Partí enseguida
al conocer la noticia
viendo la caballeriza
un poquito solitaria,
llegué al lugar
donde estaba mi caballo,
vi los impactos de un rayo
en medio de cuatro palmas.

 

Más a la orilla de el río
con otras bestias,
andaba la potra Zaina,
dando vuelta y relinchando
bastante desesperada.

 

Pobre mi caballo rucio
arrodillado
con la cabeza encajada,
cuando fui a cerrar sus ojos
le brotaron sendas lágrimas.

 

Pasó la brisa
desensillando añoranzas
mientras una garza blanca.
observaba en la cañada
cantó un carrao
en una punta de mata,
y una triste paraulata
enmudeció la sabana.

 

En las arenas del río
mi rucio moro,
dejó sus patas marcadas
cuando con su potra fue
a retozar en la playa.

 

La soga de mi cariño
de mi cariño,
apareció reventada
por unos cuantos tirones
del destino en su jugada.

 

Adiós amigo
me brotó del corazón,
sentí gran desolación
cuando le daba la espalda
un hueco grande,
donde su cuerpo cupiera
y encima del poco e' tierra
mi sombrero pelo e' guama.


Pa' que el rocío mañanero
caballo rucio,
humedezca mi plegaria
y los albores del tiempo
le den su gracia temprana.


Que le traigan serenata
los pajaritos
que vienen de la montaña
para que su negra senda
se le convierta en hazaña.


Cayó la tarde
enmarcada en arreboles,
cuantas lunas cuantos soles
presagiaron mi nostalgia
se fue el Jilguero,
que pregono mi alegría
pedazo de vida mía
retacito de mi infancia.


Querubín de mis anhelos
de mis anhelos
cercanía de mi distancia,
cuanto quisiera quitarle
al mastranto su fragancia.


Ceñirme en el desespero
de aquel lucero
que titila y se quebranta,
el que muere lentamente
amoldado a mi esperanza.


Caballo rucio
te saliste del corral,
convertido en vendaval
volaste la puerta e' tranca
jamás pensaste,
que te acechaba la muerte
culpable tu mala suerte
que te condujo a la trampa.


Entre lienzos del recuerdo
caballo mío,
inerte queda tu estampa
para tus tantos amigos
un manantial de añoranzas.

 

Hoy tu destino es un bongo
bongo perdido
de canalete y palanca,
varado y abandonado
en los confines de Arauca.

 

Silla y bozal
se preguntan con dolor,
porqué el destino traidor
no cambiaria su morada,
la talanquera
que bastante le apoyó,
triste también comentó
está de luto la manga.

 

Desde el coso hasta el tapón
se oye un murmullo
de entre cortadas palabras
y las muchachas reparten
en lluvia cintas doradas.

 

Con la tarde veranera
allá en el monte,
se oye cantar la chicharra
y un vesperal de nostalgia
se lleva el viento en sus alas.

 

Agüita fresca
está ofreciendo el jagüey,
mientras allá en el caney
me aguarda mi campechana,
grito altanero
de soberano sentir,
tu no te vas a morir
mientras existan sabanas.

 

Desde un rincón oriental
en Venezuela
por el estado Monagas,
hasta el impetuoso Meta
en las tierras Colombianas.

 

Remontando en Orinoco
el río Apure
Casanare y el Vichada,
para morirte de viejo
en las ondas Araucanas.

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| Agregada por: rodya | Visitas: 1167 | Valoración: 0.0/0
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