Yo que soy un hombre criollo quiero cantarle a mi llano,
al camino, a los garceros, al mandador, al atajo,
al potro barajustado, al trino del arrendajo,
a las mujeres bonitas y a los llaneros trujanos.
Al corral de palo a pique, al tranquero paraliado,
al mensual al becerrero, al blanco y al encargado,
al templón de soga dura que hace voltear cachilapos
y al par de estribos de pala de los llaneros descalzos.
Quiero que mi verso vaya como el viento por el llano,
libre, altanero, criollito como pitio e cachilapo
llanero como el fogón, el caney, el garabato,
bravio como la candela lamiendo sabana en marzo.
Que le cante al palanquero que con su pecho de guapo,
remonta las ilusiones de un canalete remando,
a la espadilla del bongo que surcó rios desbordados,
cuando mi llano era llano y los baquianos baquianos.
Mi verso es peon de a caballo en la sabana bregando,
levantando en los rincones del llano que quiero tanto,
rodeos de musas perdidas en el trajín de los años,
preñadas con mil motivos de toro llanura y canto.
Mi verso canta a la vida que lo arrulló en su regazo
lo cobijó en su embelezo y lo meció en el curraco,
tejido con tradiciones de los llaneros vernáculos
duros como el llano mismo y como el llano berracos.
Mi verso es un barajuste tendio en el llano ámplio
soñando en que el horizonte cada día se haga más amplio,
es copla verso y canción de aquel que nació charrasco
y siempre silba un pasaje antes de monta un potranco.
Mi verso le canta al criollo de los horizontes largos
ese que vive esperando en los lomos de un caballo
que no le quiten su tierra que le respeten su campo,
pa´ seguir siendo llanero de toro caballo y lazo.
Quiero brindarle mi verso a la curiara y al paso
donde jugué cuando niño con el agua del remanso,
a la soga rebiatada, a la cachera, al chaparro
y a la suelta amanzadora de dos anillo y el campo,
al grito de un cabrestero purito criollo y nostalgico
al relincho de un caballo, al rodeo parao en bancos
al viejo camino real que me llevaba hasta el hato,
donde me crié de llanero y a donde se formó mi canto.
Lo dejo que vaya y venga por bancos y bajumbajos
tras los aullios de un zorro y los chasquios de un berraco
el facil trote de un oso, el tururiar de los sapos
y el mogote donde el padrote llega a amolarse los cachos,
lo amarro a la luna clara que baña de luz el patio
del rancho donde aprendí a dar mis primeros pasos
a las sogas tramoliadas a las colas que arrebiato
y a la emoción de ve un toro pasar por el espinazo