Ayy....
Camino de cuatro rumbos,
testigo de soledades,
con noches de tempestades,
en medio de tanto viento.
Las flores del pensamiento vienen viajando conmigo
sin saber lo que percibo,
ni tampoco cuando llego.
Con mis palabras las riego
cuando se seca el rocío,
viendo en la orilla del río
que yo voy dejando huellas.
Como si fueran estrellas que van cayendo en la arena,
la brisa fresca y serena que no mide la distancia
va regando la fragancia de un jardín que ha florecido,
un cantor desconocido perdido en la lejanía
desgrana su melodía en un aire de chipola,
con bordones de bandola en la noche sabanera
amalaya quien pudiera contar todos los luceros,
andar caminos enteros
con frescos de cabañuelas,
viendo como se desvela una copla en la laguna
cuando la luz de la luna se viste de lentejuelas.
Ayy...
A lo largo del camino mi canto vuela disperso
entreverando los versos
y floreciendo en la copla.
Tristeza por qué me arropas llevándote mi alegría
si sabes que todavía
no conozco mi querencia.
Yo no tengo permanencia, por eso voy caminando,
la carga que voy llevando
son recuerdos pasajeros.
Como fresco de aguaceros,
como el calor del verano,
como el agua entre las manos
y la limosna del ciego,
lo triste de un hasta luego
lo alegre del aquí vengo,
lo pongo de lo que tengo
y lo mucho que yo dejo,
porque mientras más me alejo
más camino hay por delante,
la luna en cuarto menguante
camina si yo camino
y barajeando el destino
sin cartas y sin dolores
van quedando los amores
sin besos de despedida
no hay esperanza perdida para el que va caminando
siempre hay un donde y un cuando
porque el camino es la vida.